lunes, 18 de julio de 2011

Recuerdos de un 18 de Julio.

Los ecos de la barbarie de una inacabada guerra civil se prolongan hasta nuestros días, aquellos trigales listos para la siega fueron hollados por las botas de los ejércitos fascistas de Europa su mies se perdió en los campos durante tres largos años, regada generosamente por la sangre de todo un pueblo, de aquellos “rojos” defensores de la libertad y la República española,de la democrtacia y de la Constitución, se esfumaron victimas de la intolerancia de una derecha arcana, de unos caciques que veian peligrar sus “privilegios” de unos financieros al igual que los actuales sin escrúpulos y una Iglesia que se veis despojada de las riquezas robadas al pueblo durante los tiempos de la Inquisición.
Pero los asesinatos, las muertes durante y después de la salvaje contienda siguen presentes,y no hablamos de las victimas del campo rebelde, esas ya fueron homenajeadas como heroes, cuando realmente eran traidores a su patria, quebrantaron su juramento de lealtad a una constitucion, algunos incluso la vendieron como Judas pero no por treinta monedas, no , por un millon de pesetas depositadas en un banco frances, lo hacen en miles de hogares que han visto frustradas sus esperanzas de reivindicación de los suyos, muertos o represaliados, ni un acto de contrición ha salido de los labios y aun menos de los corazones de aquellos que lejos de condenar al franquismo, se sienten orgullosos de ser sus herederos, mientras un gobierno de izquierdas calla, guarda silencio.
La batalla, la guerra,el genocidio de cuarenta años de dictadura. sus heridas siguen abiertas, lo seguirán mientras en cada ciudad, en cada pueblo, mientras exista una tumba vacía, esa que espera a aquel “rojo” muerto y abandonado en una cuneta, en una era, en un trigal, mientra las sentencias ilegales, emitidas por jueces ilegales no sean anuladas, y el honor y la dignidad de esos defensores de la libertad no sea restablecida, pueden pasar mil años pero para muchos, cada dieciocho de julio en la puerta de un convento nace el quinto regimiento, y aun sigue vivo, esperando la paz y la larga sombra de un ciprés que de cobijo a sus muertos.

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