miércoles, 21 de septiembre de 2011

Tomar partido, hacerlo hasta mancharse.

Ahora que termina de forma abrupta la segunda legislatura de un gobierno socialista, los partidos de izquierda, el pueblo se ve en la disyuntiva de bien dejar gobernar a la derecha con todo lo que ello conlleva o volver a confiar en aquellos que debieran haber sido su baluarte, su defensa contra los abusos de capitalistas y financieros.
El PP crecido por las encuestas, confía que las izquierdas volverán a acudir a las urna como históricamente y desde 1978 lo han hecho, dividida, y no solo eso si no ademas enfrentadas, con los unos y los otros como reinos taifas haciendo la guerra por su cuenta, frente a ese poderoso y compacto bloque de la derecha, solo así se podrá explicar a la historia después del 20-N la estrepitosa derrota que de no evitarlo sucederá.
Quedan dos meses escasos para esa confrontación, y queda un largo, quizá demasiado largo trabajo por realizar, que puede necesite de un cambio de táctica de los lideres y aparatos de los partidos de izquierda para poder ganar de nuevo la confianza del pueblo, si, definitivamente lo que se necesita es la unión de todas las izquierdas, o bien el pacto tácito de todas ellas de no enfrentarse las unas con las otras en una vendetta que las desangre en beneficio del verdadero adversario el PP.
Si los militantes de izquierdas, sus votantes, la clase obrera no es capaz de asumir ese compromiso el 21-N, añoraremos con dolor en el corazón y en los bolsillos los siete años de gobierno socialdemócrata, no nos quedara otro remedio como ya ocurre en donde gobierna el PP que resignarnos a sufrir una "dictadura", que no solo recortara los derechos sociales, si no la misma esencia territorial de la España de las autonomías.
Esta es la realidad, la cruda realidad a la el 20-N nos enfrentaremos los ciudadanos, que seguimos esperando una señal, una respuesta que nos lleve a tomar partido, y hacerlo como dijo el poeta: Hasta mancharse.

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