sábado, 23 de abril de 2011

La libertad y la religión son incompatibles.

Es en la oscuridad de la incultura, en la superstición, en el laberinto del miedo a los desconocido, allí se esconde esa Medusa, la religión. reina en un reino de piedra, y entre ellos esa Iglesia, heredera de aquella primera, donde hombres, simples hombres de una secta se convirtieron en Papas, hombres inaprensivos que hicieron de la religión un arma poderosa, aquellos que por dinero vendían el cielo y también su alma..
Desde ayer hasta hoy y aun mas hasta el mañana, viene a ser verdad, que son los religiosos, da igual su creencia los que mas daño causan en nuestra sociedad, desde el primer lloro nos corrompen, indefensos niños a los que se les bautizaba para perdonar aquel pecado original, aunque hoy es mas por prestigio social, por mera costumbre, el aguan no lava el supuesto pecado, que no es suyo, que es herencia, ?que justicia ea aquella que hace recaer en los hijos los delitos del padre?
El pecado real fue otro, fue el deseo de saber, de ser libre, el conocimiento no puede ser repartido, no pueden consentir que el pueblo sea culto, si lo es perderá su miedo, y si se pierde el miedo al “infierno”, su reino ha caído, ellos están perdidos, y como dicen de perdidos al río, y si ya no bastan siglos con torturas y hogueras, hoy se lanzan anatemas, excomuniones e incluso los mas fanáticos amenazas de muerte contra los científicos y hombres de cultura, y como no los políticos.
Ellos y su materialismo, ese que destruye sus mentiras son el veneno que emponzoña “su” sociedad, son ellos “ovejas descarriadas””almas perdidas” los demonios que corrompen, toman posesión y dirigen a “su rebaño”, un rebaño antes de miedosas e ignorantes ovejas, que ellos como lobos insaciables vigilaban,del mismo modo como los avaros guardan sus tesoros.
Pero pese a todo los hombres ven, la ingenuidad se ha perdido la luz de saber ha roto loa grilletes, ha abierto las mazmorras, el hombre ha recuperado aquello que se le había arrebatado,un paraíso perdido, la libertad de elegir nuestro camino según nuestra libre conciencia, en un universo poblado de mil dioses y diosas.

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