Roce las estrellas al izarme sobre la cúspide de mi perfecta soledad, no podre nunca determinar cual fue el preciso instante en el que la luz de tus ojos, como dos luces inmensamente blancas me deslumbraron, me cegaron, y en en esa ceguera llegue a descubrir la insípida estupidez que no lleva a ocultarnos, a estar solos. Vi claramente al leer tus mas profundos pensamientos en el fondo de tus ojos, entonces caí, las estrellas se alejaron, y me quede sentado en el suelo, justo a tu lado, quieto muy quieto, aspire el aliento de tus labios, y comencé a llenar gota a gota esa vida vacía, pero como el niño que quiere llenar un agujero en la arena de la playa lloro por no poder hacerlo, se me ha negado el postrer derecho, mas que derecho deseo, jamas podre volver a rozar las estrellas, ella me ha enseñado que también a ras de suelo existen los paraísos, ese que perdí una tarde lluviosa, mientras las frías gotas como lagrimas saladas corrían por sus mejillas, mi vida volvió a estar vacía.
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