sábado, 12 de marzo de 2011

Cambiar?, no, transformar?, si.


A cada campaña electoral las pensantes mentes de aquello que medran de la política, aquellos que se han enquistado en los organigramas de los partidos políticos como nuevos funcionarios, ajenos en todo al devenir del día a día de la calle, de la verdadera calle de la que en general han olvidado, como una cosa lejana, demasiado lejana, proponen el cambio.
Mas pasan los años, pasan las legislaturas y aquello que debía de ser cambiado sigue impertérrito, siempre igual, todo lo mas con una nueva capa de pintura, cuando no para contentar a la plebe el político de turno con gran pompa y boato realiza alguno, pero es tan insustancial que realmente parece mas bien que no haya ocurrido nada.
Mas con la convivencia de los diputados del pueblo con la burguesía se produce la catarsis, y aquellos que pregonaban los cambios, cambian, y comienza el periodo de las prohibiciones, al principio puede que las mismas sean tales como la del tabaco, o la del botellón, pero mas pronto que tarde si el soberano pueblo no lo impide, esas prohibiciones afectaran al corazón mismo de la democracia, ya ocurre en ese país ejemplo de libertad, Estados Unidos donde se han recortado los derechos sindicales, en Europa a no tardar se seguirá el mismo camino, y el pueblo parece apesebrado, no reacciona, y ahí empezaran los problemas, problemas que ocultan demasiados intereses, como los que se encuentran detrás de las revueltas en el mundo árabe.
Es como si el reloj del mundo volviera a desandar el camino andado, un reconocimiento implícito de que la democracia es la decadencia, nido de corrupción y que tan solo en el pasado se encuentra el remedio, el camino para salir de la crisis económica, pero al contrario que en ciertas revueltas populares España, sus gentes hace tiempo dejaron de vivir en la ignorancia, y saben aunque puede que aun no se hayan percatado de ello, que la solución de la crisis esta simplemente en el fondo de unas urnas, de ellas debe de partir no el cambio, ese ya sabemos que no existe si no la transformación del sistema, por supuesto que toda transformación lleva aparejada una revolución, un movimiento popular que le devuelva al pueblo el poder y los derechos arrebatados por esos que se hacen llamar políticos, pero que no lo son, pues son simples administrativos, gestores de la res publica, pretendiendo tan solo vivir de ella.

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