miércoles, 9 de marzo de 2011

Matar al mensajero.


Ya se ve la airada defensa de ciertas opiniones que algunos contraponen mas como un intneto de desprestigio de los adversarios que no enemigos politicos, son como una reacción alérgica y suelen aparecer en tromba, vertiendo cascadas de criticas, para mas inri partidistas, realizadas por aquellos que siempre se esconden entre la multitud, en el anonimato, a mi parco entender son los menos indicados para hacerlo, solo en el intercambio de ideas, en el uso de la dialectica de la palabra, se encuentra la democracia, ella es la garante del ejercicio de libertad en el seno de una sociedad tolerante, pues la actitud contraria denota que su critica la realizan con relación a los propios y dogmáticos principios e intereses, sin ni siquiera intentar contraponerlos, son esos y no otros.
Criticas a todas luces inútiles y totalmente incomprensibles en aquellos que quieren o al menos pretender ser ejemplo de transparencia y democracia, pero que a lo visto han dejado de lado toda la imparcialidad con referencia ya no a las ideas, si no hacia las personas, hacia esos que han hecho suya la lucha por la recuperación de la confianza de los ciudadanos, esa que esos que critican ayudaron y ayudan a perder con sus formas y medidas, aunque con ello solo pretenden colocar a ciertos individuos por encima la opinión general, tal y como ocurre en ciertas formaciones políticas de derechas donde las mentiras y fantocherías encubren toda la podredumbre de la corrupción de sus cúpulas.
Por ello no sirven, aunque en cierto modo si que sirven para desacreditar a aquellos contra las que van dirigidas, si no a sus autores, olvidando todo argumento, dando la razón a la realidad histórica aquella que refleja claramente que en la España democrática, nunca, jamas han ganado la derechas, tan solo han pedido las izquierdas, ellos mismo con sus vaivenes, sus idas y vueltas, su revisionismo pequeño burgués labran sus derrotas, y si como alguien dijera la revolucion no es cosa de un dia, se esta permanentemente en ella o por el contrario los contrarevolucionarios darian cuenta de ella,

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