No hay remedio ni cura para esta mi alma ahora débil y vencida, no hay artificio que pueda distraerle de su soledad, de su pena, permitan los dioses descargarla sobre las blancas almohadas, que purgue su error y se sacie de amor en la ahora oscura alcoba, porque no fue ni capricho, ni juego, lo que envite en aquel fortuito encuentro,
Y es por ti pequeña, frágil criatura por la que quemaría mis alas a la luz de tus ojos, como mariposa nocturna delante de una antorcha, es por ti por la que arrebataría una estrella a los celosos dioses, mas que digo, si asustado me escondo de su mirada, si me oculto tras las pilastras del amplio templo, y me digo ¿como puede un hombre pretender un lucero?
Y al sentir su piel sobre mi piel los mis sentidos se extravían la virtud de antes se transforma en apasionada furia por ser el objeto de sus caricias, de su deseo, se pierden entre sus cabellos mis inquietudes, mis miedos, las penas desaparecen cuando en sus labios bebo, y luego henchido de amor pienso, ¿porque no puedo detener el tiempo?.
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